Una meditación de Pilar Aguilera para despertar tus consciencias sensoriales

Compartimos una meditación de Pilar Aguilera que podrás encontrar en su libro El despertar de tu presencia, una obra inspirada en las enseñanzas de Thich Nhat Hanh. En nuestra sección de audios podrás escuchar sus meditaciones guiadas.

Gracias a los órganos sensoriales (ojos, nariz, lengua, oídos y piel), percibimos y disfrutamos con plena consciencia del escenario de elementos refrescantes que forman parte de nuestro paisaje ambiental. Cuando despertamos la plena consciencia en nuestra vida diaria y entramos en contacto, de manera intencionada, con fenómenos nutritivos que nos envuelven, regamos semillas arraigadas en el fondo de la mente para nuestro beneficio y transformación.

Estamos rodeados de elementos maravillosos a cada paso que damos. Si enfocamos nuestra atención consciente en estos objetos de manera directa, estos pueden apoyar nuestro despertar interior gracias a la comprensión de su auténtica naturaleza y su energía sanadora, que impregna nuestro cuerpo, mente y espíritu. Un continuado entrenamiento de nuestra mente nos guía en el camino correcto para ser felices y despertar nuestra belleza más profunda.

A cada inhalación despiertas tu plena consciencia. Simplemente enfocas tu atención consciente con cada inspiración y de forma progresiva te notarás más plenamente en el presente.

Cuando centras la atención en tu respiración consciente, alcanzas un estado de concentración más sólido. Notas que tu enfoque se va agudizando y puedes mantener la atención con más energía y menos dispersión.

Los ojos

Gracias a tus ojos puedes ver y apreciar las maravillas que te rodean. Con ellos contemplas la sonrisa de las personas que amas, te deleitas en la diversidad de colores que la naturaleza ofrece, o miras profundamente la belleza de una hermosa flor. Tus ojos te ponen en contacto con la vida que te rodea. En tu meditación adviertes cómo tus ojos sonríen alegres por poder ver y maravillarse ante tanta belleza. Cuando tus ojos están felices, brillan como un sol y son amables.

Enfocas tu atención en la imagen de un amanecer radiante. Cuando usamos las imágenes con plena consciencia, y centramos la atención en ellas, nos proporcionan estados muy beneficiosos para nuestra transformación y sanación. De esta manera, visualizamos un amanecer precioso y nos deleitamos en su hermosura. Somos conscientes de la suerte de tener dos ojos sanos que contemplan el esplendor de un amanecer. Nuestros ojos reflejan la luz del sol.

La nariz

Notas tu respiración consciente y sientes el aire, fluyendo a través de tu nariz, que te conecta con la vida. El aire te renueva por dentro y la vida entra por tus fosas nasales e impregna todo tu cuerpo de vida. Tú eres la vida. El olor que te envuelve se adentra suavemente por tu nariz y agradeces la conexión profunda con la existencia. El aire está hecho de ti, y tú estás hecho del aire. Tú y el aire intersois.

Enfocas tu atención consciente en el olor tan peculiar de la tierra mojada después de una tormenta de verano y notas cómo todo tu cuerpo se impregna de este olor. El olor a tierra penetra profundamente en ti, a través de tu nariz, y descubres que estás hecho de tierra, igual que la tierra está hecha de ti.

La lengua

Con tu lengua saboreas los alimentos que te proporcionan los nutrientes para que tu cuerpo esté sano. Gracias a tu lengua, a tus dientes, a tu boca, te alimentas de los frutos de la tierra que te regala el cosmos.

Saboreas el dulce jugo de una mandarina, y lo sientes descender por tu cuerpo, acariciando el esófago, estómago y aparato digestivo. Disfrutas plenamente de este momento en contacto con la mandarina. Notas la textura, el dulzor, y cómo te hace sentir. Toda tu atención está concentrada en el jugo, y esto te hace feliz.

Los oídos

Con tus oídos escuchas el canto de los pájaros o el susurro de la lluvia cayendo sobre la superficie del mar. Eres consciente de tus dos oídos y agradeces el trabajo duro que realizan cada día para ti. Al ser consciente de tus oídos, practicas la escucha profunda y compasiva con las personas que te rodean con objeto de estar más presente para ellas. Asimismo, también con tus oídos escuchas atentamente los sonidos de la naturaleza, que a cada instante te insinúan sus más sabios secretos sobre cómo vivir con abundancia y alegría. Es un gozo despertar al sentido del oído y activar la consciencia plena en cada clamor o en cada palabra.

Si alguna vez te has quedado absorto contemplando la inmensidad de una noche de verano, posiblemente hayas escuchado el canto incesante de los grillos que altera el inamovible silencio nocturno. Si los escuchas en un estado de plena consciencia, serenarán tus pensamientos y su canto te transportará a una insondable profundidad.

El cuerpo

Tu cuerpo es un milagro de la naturaleza. Si escuchas a tu cuerpo con los oídos del corazón, te murmurará qué le hace sentir bien o mal en este imparable viaje de la vida. Abrirnos plenamente a las sensaciones del cuerpo es una de las tareas más amables de la plena consciencia para regular nuestras emociones, tomar las decisiones más adecuadas y nutrir nuestro bienestar. Cuidando de nuestro cuerpo le hacemos saber que él es nuestro mejor amigo y acompañante incondicional de vida. Cuando el cuerpo está receptivo, tu atención plena se expande a través de él, y tu cuerpo está feliz y agradecido por formar parte de tu viaje de vida.

Qué más bella forma de conectar con tu propio ser que a través de un abrazo amoroso a un ser querido. No existe manera más dulce de reencontrarse a uno mismo que a través del otro. Sentir el cuerpo del otro en un abrazo es un compartir amable en que la palabra queda pronunciada a través del lenguaje de la piel y del corazón. Cuando compartes un abrazo plenamente, extiendes tu amabilidad bondadosa y la ofreces al otro en un acto de generosidad y gratitud. No hay más bella entrega que un abrazo transmitido desde la calma y plena consciencia genuina del cuerpo.

La conciencia nos abre al milagro de la vida que está aquí y ahora. A cada segundo nos encontramos rodeados de belleza y de una gran ternura, como el brillo del sol penetrando en una flor, un niño absorto jugando con su pelota, alguien caminando por una calle con un paso firme y muy pacífico. Hay belleza por doquier si estamos presentes para ella. Cuando tocamos, de manera intencionada, nuestras semillas nutritivas en el fondo de nuestra conciencia, desplegamos todo nuestro potencial para percibir las maravillas de la vida. A la vez, las maravillas que nos envuelven, al enfocar nuestra atención en ellas, como jardineros diligentes, riegan nuestra mente profunda, para que en ella brote un jardín hermoso.

Gracias a las semillas beneficiosas que yacen en el fondo de tu mente, despiertas al milagro de la belleza que se extiende a tu alrededor. Tu interior y exterior están interconectados. Cuando contemplas una suave puesta de sol y sientes cómo tu ser brilla de luz, esta imagen riega tu mente para que sea más pura. Asimismo, cuando haces brotar las semillas refrescantes que albergas en el fondo de tu mente, todo florece a tu alrededor. Si te abres como una flor radiante ante el espectáculo esplendoroso que te rodea, sentirás que cada célula de tu cuerpo baila al son de la danza impermanente de la vida.

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