¿Para qué sirven las emociones positivas?

Tradicionalmente se han estudiado con mayor detenimiento las emociones negativas, pero lo cierto es que, como apuntan Ausiàs Cebolla i Martí y David Alvear Morón en este fragmento de su libro Psicología positiva contemplativa, las emociones positivas también son determinantes en nuestra vida, y tienen su propia función e importancia.

La emoción se puede conceptualizar como la tendencia a una respuesta multidimensional (que incorpora un nivel de tensión muscular, segregación hormonal, cambios cardiovasculares, expresión facial, el procesamiento de la atención y la cognición y otros factores) que se despliega en un espacio relativamente corto de tiempo y que supone una reacción subjetiva al ambiente, acompañada de cambios orgánicos.[1] Por lo tanto, la emoción positiva se definiría como la tendencia de la citada respuesta multidimensional en respuesta a estímulos agradables.

En general, las emociones negativas se han considerado directamente relacionadas e implicadas en la supervivencia del individuo y de la especie. En cambio, durante mucho tiempo, no ha quedado clara la función que tenían las emociones positivas y su investigación se ha relegado a un segundo plano. Estas emociones tienen una función clave, ya que expanden los intereses de las personas a un rango más amplio de posibilidades, fomentando el aprendizaje y la adquisición de habilidades nuevas. Aunque no están ligadas directamente con la supervivencia, son de gran utilidad para la exploración y manipulación del mundo que rodea a la persona.

En consecuencia, las emociones cumplen una función adaptativa (preparan para la acción), una función social (comunican experiencias, informan de nuestros estados a los demás) y una función motivacional (deseo de actuar y construir). Además, otro aspecto clave es que las emociones positivas pueden aumentar las posibilidades de generar una mente virtuosa. Barbara Fredrickson de la Universidad de Carolina del Norte (EE. UU.) y una experta en el área de la psicología positiva ha desarrollado la teoría de la ampliación y construcción de las emociones positivas, por la que sugiere que las emociones positivas aumentan la capacidad de detectar soluciones para los problemas, nos ayudan a actuar de forma más creativa frente a los retos cotidianos, expanden las posibilidades de acción y mejoran los recursos físicos.[2]

Otro aspecto clave es que las emociones positivas predicen y aumentan las acciones virtuosas, como la conducta prosocial o la generosidad. En el entrenamiento EBC, no se busca alargar las emociones positivas exclusivamente desde una perspectiva hedonista, sino como medio para lograr una mente equilibrada y virtuosa. Las personas con un bienestar más elevado es más probable que realicen algún tipo de voluntariado;[3] e incluso se ha mostrado que cuando realizamos una inducción de un estado emocional positivo en un laboratorio (ver un vídeo o hacer una tarea) aumentamos la probabilidad de realizar acciones generosas.

Un estudio muy interesante para el modelo propuesto aquí se realizó con la emoción de asombro. Se analizó el efecto de ver un vídeo con escenas de una naturaleza majestuosa, para inducir una emoción de asombro, frente a otro tipo de vídeos (condición control). Posteriormente, se preguntaba si habían sentido que su ego se «empequeñecía» frente a este escenario. Al terminar esta inducción emocional, jugaban una partida en el paradigma experimental del juego del dictador, en el que el participante se enfrenta al dilema de ayudar a otro jugador que ha sufrido una injusticia. Los resultados confirmaron que la emoción de asombro aumentaba la probabilidad de ser generoso; y lo más interesante fue que el resultado estaba mediado por la sensación de «empequeñecimiento del ego».[4]

Notas bibliográficas

  1. Fredrickson, B. (2009). Positivity: Groundbreaking research reveals how to embrace the hidden strength of positive emotions, overcome negativity, and thrive. Nueva York, NY, US: Crown Publishers/Random House.

  2. Fredrickson, B. L. (2001). The role of positive emotions in positive psychology: The broaden‐and‐build theory of positive emotions. American Psychologist, 56(3), 218‐226.

  3. Aknin, L., Van de Vondervoort, J. y Hamlin, J. K. (2017). Positive feelings reward and promote prosocial behavior. Current Opinion in Psychology, 20.

  4. Piff, P. K., Dietze, P., Feinberg, M., Stancato, D. M. y Keltner, D. (2015). Awe, the small self, and prosocial behavior. Journal of Personality and

    Social Psychology, 108(6), 883‐899.

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