3 breves malentendidos sobre mindfulness por Jan Chozen Bays

Ni hacer las cosas más despacio, ni tampoco dedicarle únicamente media hora al día. La práctica del mindfulness, como explica la maestra zen y pediatra Jan Chozen Bays en su libro Mindfulness sobre la marcha, es mucho más rica y compleja que este tipo de prejuicios que conviene aclarar.

Aunque se habla mucho de mindfulness, la gente puede malinterpretarlo con facilidad. En primer lugar, se puede creer erróneamente que practicar mindfulness significa pensar mucho en algo. En mindfulness usamos el poder de pensamiento de la mente solo para iniciar la práctica («Sé consciente de tu postura hoy») y para recordarnos que regresemos a la práctica cuando la mente inevitablemente deambule durante el día («Devuelve tu consciencia a tu postura»).

Sin embargo, una vez que seguimos las instrucciones de la mente y comenzamos a usar el método, podemos dejar ir los pensamientos. Cuando la mente pensante se calla, se transforma en consciencia abierta... Entonces estamos anclados en el cuerpo, en alerta y presentes.

El segundo malentendido sobre mindfulness es que significa hacer todo muy lentamente. La velocidad con la que hacemos las cosas no es la cuestión. Es posible realizar una tarea lentamente y, aun así, estar desatento. En realidad, cuando nos movemos más rápido, a menudo necesitamos estar más atentos si queremos evitar errores. Para usar algunas de las herramientas de mindfulness que aparecen en el libro Mindfulness sobre la marcha, tal vez necesites ir más despacio, por ejemplo, mientras se practica el comer atentamente. Pero en otros ejercicios se te pedirá que reduzcas la velocidad brevemente, a fin de unificar mente y cuerpo antes de reemprender tus actividades cotidianas: por ejemplo, descansando la mente durante tres respiraciones. Otras tareas se pueden realizar a cualquier velocidad, como el ejercicio que implica prestar atención a las plantas de los pies al sentarse, caminar o correr.

Un tercer malentendido muy común es pensar en mindfulness como un programa de ejercicios de tiempo limitado, como un período de 30 minutos de meditación sentada.

La atención es útil en la medida en que se propaga por todas las actividades de nuestra vida, aportando la luz de una mayor consciencia, curiosidad, y una sensación de descubrimiento de las actividades mundanas de la vida, como conseguir levantarse por la mañana, cepillarse los dientes, entrar o salir por una puerta, contestar el teléfono, escuchar hablar a alguien...

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